Dos noticias me han llevado a escribir este artículo:
– La libertad del joven por vender un móvil a la pareja que permanece en prisión por un asesinato.
– La libertad provisional de la mujer del imputado por el crimen del celador. Aunque ambos casos son distintos, una vez más se demuestra que la justicia a veces tiene que rectificar.
En el asunto del asesinato de la chica, el motivo para que el chico ingresara en prisión fue la falsa acusación efectuada por el presunto autor del crimen, quien dijo que aquél le había vendido el móvil de la víctima. Respecto a la mujer del presunto autor del crimen del celador, la excarcelación ha sido decidida por la audiencia provincial al entender que no hay pruebas suficientes en su contra y que será en el juicio cuando haya que resolver sobre su participación.
Los errores policiales y judiciales no son nuevos. Desde épocas ancestrales han sido condenadas personas inocentes, unas veces conociendo el sentenciador su inocencia y otras por error. Y es que los policías y los jueces son humanos. Precisamente por ello, han de esmerarse en el respeto de los derechos fundamentales del detenido, fundamentalmente la presunción de inocencia. El desacierto es disculpable, pero la improvisación y la vulneración de los derechos no. Y aunque los abogados que intervenimos en la jurisdicción penal luchamos porque los derechos del detenido sean una realidad, son los mismos jueces de instrucción los que a veces ignoran nuestras súplicas: incluso, con desplante.
El correo de Andalucía,27 de marzo 2006.