Urbanidad

Cuando leía el viernes la columna “Misántropos al volante” de Francisco Galadí, referida al comportamiento de algunos semejantes cuando están al volante y se olvidan de que han de convivir con los demás, se me ocurrió escribir este artículo. Unos por estrés, otros por falta de educación y otros porque son así. Pero el caso es que si vamos conduciendo o andando tranquilamente y reparamos en que un conductor nos pone los cuernos o nos insulta gravemente, incluso tuteándonos, seguramente habremos tenido suerte. Un individuo que sin conocer a otro es capaz de tomarse esas libertades, se baja del coche y nos agrede. No sería la primera vez.

A diario observamos otras conductas que sin ser tan peligrosas, están lejos de cumplir unas normas mínimas de urbanidad. Siempre recordaré a aquel vecino que un día se pilló los dedos en la cancela del bloque por no saludar a otro que se aproximaba, ya que corría por no dar los buenos días. Otros suben varios pisos de escaleras por no pasar unos segundos compartiendo el habitáculo con el prójimo. Los que entran en el ascensor de unos grandes almacenes como si se hubiesen quedado mudos, aunque esté abarrotado. Algunos de ellos se hacen el distraído cuando se cruzan con un conocido, si bien su disimulo no pasa desapercibido. Cuando todo se arreglaría con un poco de cordialidad.

El correo de Andalucía,9 de abril de 2007.

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